Fue a mediados del siglo XX cuando se introducía la historia oral en las civilizaciones con una cultura escrita antigua, es el caso de Europa, América del norte y del sur, aunque esta no fue bien recibida por un amplio sector de los historiadores, que basaban todo su conocimiento científico en los documentos escritos, siguiendo los postulados legados por los profesionales de la historia de los dos siglos precedentes. En el lado opuesto encontramos al continente africano, que desde su origen se ha servido de la historia oral para el conocimiento de su pasado.
Cualquier acontecimiento pasado deja dos tipos de huellas: por un lado las que percibimos materialmente, aquellas que son tangibles, son las huellas materiales, “los documentos”, ejemplo de ellas son las cartas, documentos diplomáticos, edictos, monumentos, lápidas funerarias, registros, imágenes... El segundo tipo de huellas son aquellas psicológicas, que quedan grabadas en el individuo como parte de su existencia y de su pasado y que se relaciona con los acontecimientos vividos por él y el grueso de la sociedad, es lo que llamamos memoria, basada en los testimonios y vivencias de individuos.
Ha existido un debate en torno a los principios de esta disciplina que ha permitido a los historiadores orales delimitar los principales conceptos de carácter teórico y metodológicos referidos a la utilización de esta técnica. Este nuevo enfoque de la historia nos permite introducirnos en esferas que son totalmente desconocidas para la historia de los documentos, la historia escrita. La utilización de la historia oral nos lleva mas allá de la esfera de lo público, sumergiéndonos en la historia de la familia, la historia social, la de la cotidianidad, sexualidad, relaciones interpersonales, la sexología, la religiosidad, las ideologías disidentes... en definitiva, todas aquellas áreas a las que no se pueden acceder simplemente con los documentos escritos. Podemos afirmar que la historia oral es la única forma de historia en la que es posible interrogar a los protagonistas de la misma cara a cara, y prestar atención a grupos marginados de la sociedad que han permanecido ocultados a la historia tradicionalmente, sírvanos como ejemplo los recientes estudios realizados en Gran Bretaña sobre la inmigración, con historias personales de inmigrantes en aquellas tierras.
Pero recopilar los testimonios personales para la historia oral no siempre es fácil, uno de los procesos propios de la memoria es el olvido, ya que esta tiene que acumular una importante cantidad de datos, hay que tener en cuenta por lo tanto el carácter acumulativo de la memoria, que en ocasiones nos pondrá en dificultad. El paso del tiempo será un factor indispensable a la hora de recoger información, dado que este puede deteriorar la misma e incluso desvincularla de su verdadero contexto. Junto a este carácter vamos a encontrarnos con la selección, otro de los procesos propios de la memoria, esta solo recogerá aquella información que crea importante, aquella que desee recordar en función de sus propios intereses, desechando los restantes acontecimientos al olvido, por lo que es imposible un conocimiento exhaustivo del pasado.
Unido al olvido, la selección y el paso del tiempo hay que mencionar la manipulación e interpretación que de estos recuerdos puede realizar el individuo, siempre que se tenga en cuenta que la memoria es individual. Esta distorsión de los acontecimientos en beneficio e interés propio puede ser una fuente de equivocación para el historiador oral. De esta manera el investigador se va a encontrar con una pluralidad de memorias y recuerdos que han de ser estudiados en profundidad hasta desvelar lo que de verdad guarda ese recuerdo.
Una vez que el historiador oral tiene claro los motivos de su investigación, al igual que las técnicas y metodología a utilizar, ha de pasar a la selección de los entrevistados. Estos no pueden ser elegidos de una forma arbitraria ni por las simpatías o el grado de amistad que se comparta con el investigador. Hay dos bases correctas para seleccionara los entrevistados. Por un lado se han de elegir a personajes especial interés, aquellos que han sido testigos de primera fila o tengan una memoria privilegiada. En segundo lugar, aquellos que son representativos de un grupo social o simplemente de un sector específico. En cualquiera de los proyectos de estudio de historia oral ha de quedar reflejado un cierto equilibro entre las distintas partes, lo que nos hace adentrarnos en un trabajo de muestreo que en ocasiones puede resultar muy laborioso, debido a los muertos, el distanciamiento de los testigos, la división social... lo que nos muestra que la necesidad de buscar a los futuros testigos por todos los medios disponibles.
Una vez que disponemos de los testimonios para ser entrevistados pasamos a la entrevista. Una entrevista que tiene que utilizar toda la tecnología posible para poder llegar a una recogida de información exhaustiva, no simplemente el diálogo, sino también los silencios, las lágrimas, los suspiros... . Sin duda alguna disponemos de medios, como el video, que puede llegar a recoger toda esa información adicional que anteriormente era imposible de obtener. La entrevista en sí, ha de ser preparada concienzudamente por el historiador, quien tiene que tener muy claro los puntos a los que quiere llegar. De manera que el propio historiador oral es quien debe conducir la entrevista, amenizándola y leyendo todos los gestos que en ella se desarrollan.
Terminada la entrevista comienza otra fase del trabajo del historiador oral: La transcripción. Las grabaciones son los principales documentos con los que el historiador cuenta a la hora de trabajar, en ellas está todo el material, pero para un buen aprovechamiento del mismo hay que transcribirlas. Este trabajo necesita una dedicación muy extensa en tiempo y en recursos, lo que inclina algunos historiadores a la simple toma de notas desde las cintas, transcribiendo simplemente el material que presenta una mayor importancia. Y un segundo problema lo encontramos en la escritura y publicación del material. En raras ocasiones, a no ser que hablemos de estudios muy densos, aparece el material citado en su mayoría junto a la teoría histórica a la que ha servido, ya que desde el punto de vista editorial no son muy asequibles a un público muy amplio. Esta es la razón por la que muchos investigadores han determinado publicar sus trabajos en forma de documentos orales. Aunque no hay que olvidar los trabajos en los que los documentos orales ( que hablan por si solos) se intercalan dentro de un argumento explicativo, siendo una fórmula que no resulta demasiado pesada ya que no todo el material está incluido, ni los propios argumentos están desarrollados en toda su extensión.
Tarea también del historiador junto con otras disciplinas es la de guardar y perpetuar esos testimonios en los archivos orales que han ido proliferando en diversos países desde la década de los setenta. Existen estos archivos orales no solo para salvaguardar el material conseguido, sino también para que puedan ser consultados por todos los demás investigadores.
A modo de conclusión valdría citar la importancia que está adquiriendo la historia oral dentro de los ámbitos tradicionales de la disciplina histórica, ya que las fuentes orales complementan la tradicional historia basada en los acontecimientos, en los hechos. La historia oral en concreto puede ofrecer nuevos y fundamentales enfoques para los historiadores, puesto que hemos visto como hasta ahora ha prevalecido el dominio típico de la historia (las guerras, lo política...) y esta tiene pocas cosas nuevas que decir. La historia oral viene a revitalizar esta disciplina, aumentando los contenidos que tenemos de nuestro pasado.
Referencias Bibliográficas.
- Cuesta, J.: “ De la memoria a la Historia”. En Alted, A. (coord): Entre el pasado y el presente. Historia y memoria. Madrid. UNED. 1995, pp 57-89.
- Diaz Barrado, M.P.: Historia del Tiempo Presente. Teoría y metodología. Valencia. UEX. 1998.